Según éste, Rodophis era una joven bellísima y su tumba fue costeada por sus amantes; por alguna razón desconocida los restos de la joven acabaron en la pirámide de Gizeh, aunque éste no era el lugar en que habían sido enterrados. Estos mismos historiadores recogieron una leyenda sobre Rodophis y Micerino, en la que podría estar basada la afirmación inicial.
Mientras la bella joven se bañaba en el río, una golondrina le arrebató una sandalia. El ave voló hasta llegar al palacio de Menfis, pero entonces, cansada, dejó caer la sandalia sobre el jardín. La suerte quiso que el faraón estuviera administrando justicia en ese lugar y que la sandalia cayera en sus manos.
Cautivado por la perfección de la sandalia, el faraón decidió enviar emisarios a los cuatro rincones de su reino para encontrar a la doncella que había calzado aquella prenda caída del cielo. Tras muchos intentos fracasados, logró encontrar a Rodophis y la hizo su amante.
Nitocris fue una Reina de la VI dinastía egipcia. Es la primera mujer considerada oficialmente faraón, pues su nombre figura en la lista real del Papiro de Turín. Hubo otras listas que fueron probablemente destruidas y tenemos constancia de que, antes de Nitocris, Meryt-Neith ejerció el poder supremo.
Conocemos su existencia por las referencias de Heródoto, Manetón, Estrabón, Eratóstenes y la Lista real del Papiro de Turín, aunque la mayor parte de los datos forman parte de la leyenda.
Según Heródoto, Nitocris fué la esposa de un rey al que dieron muerte unos traidores, quienes ofrecieron el trono a la desconsolada viuda. Ella aceptó y comenzó a preparar en secreto su venganza. Hizo construir una gran sala subterránea, dónde invitó a los asesinos a celebrar un banquete. Durante la celebración, ordenó que se abriera un conducto que inundó el lugar.
Los traidores murieron ahogados. Posteriormente se encerró en una cámara de cenizas que le provocaron la asfixia.
La venganza de Nitocris
En un fragmento de Manetón se dice de ella que reinó doce años y poseía más valor que los hombres de su época y era la más bella de todas las mujeres; era rubia y de mejillas sonrosadas. Se dice que construyó la tercera pirámide.
No se conocemos ninguna información arqueológica o literaria coetánea sobre Nitocris, por lo que se ignoran todos los aspectos de su reinado, ascendencia, hechos, duración. Muy pronto la leyenda se encargó de desdibujar su personalidad histórica, identificándola con la cortesana Rhodopis de Naúcratis y haciéndola constructora de la tercera gran pirámide de Gizeh (la correspondiente a Micerinos). Esta confusión tiene una explicación linguística : el cutis rosado de la reina en griego se llama rhodophis.
Sarcófago de Nitocris.D.XXVI
Estrabón narró una leyenda sobre Nitocris-Rodopis que es la versión egipcia del cuento de Cenicienta.
En una ocasión, mientras la joven se bañaba en el Nilo, un halcón (Horus), se apoderó de una de sus sandalias, voló hasta la ciudad de Menfis, donde residía el faraón, y la dejó caer en las rodillas del rey, quien al imaginar la delicadeza del pie de la joven que poseía tan delicado objeto, ordenó buscarla por todo el pais. Los emisarios del rey encontraron a la hermosa joven y la condujeron hasta el rey, quien se enamoró de ella al instante y la tomó por esposa. Cuando murió Rodopis fue enterrada en una pirámide.
También se relacionó a Nitocris con una perversa Rodopis. Según una intrigante leyenda, a la hora del crepúsculo, en la llanura de Gizeh, cuando el sol esta a punto de desaparecer, se pasea en solitario una misteriosa mujer de gran hermosura, que no es otra que el mismísimo fantasma de la Reina Nitocris, el alma de la pirámide encargada de guardar el monumento. La tradición asegura que el hombre que cede a sus encantos enloquece.
Naguib Mahfuz se inspiró en todas estas leyendas sobre Rodopis/Nitocris, para escribir su hermosa novela
La realidad histórica puede rastrearse en el Papiro de Turín, donde se la llama Neithiqerty, “Neith es excelente” (un nombre que permite los dos géneros, tanto masculino, como femenino). Según esta referencia se puede suponer que fue la sucesora de Merenre II Antiemsaf II, como “Rey del Alto y Bajo Egipto”. Nitocris subió al trono hacia el 2184 a. J.C. y reinó en un clima de verdadera anarquía, que el país venía padeciendo desde los últimos años del reinado de Pepi II. Después de Nitocris el indicado Papiro de Turín cita todavía a otros seis reyes, de los cuales tan sólo se han conservado los nombres de los tres primeros: Neferka, Nefer e Ibi.
La Cenicienta”, se cree que haya sido la antigua Persia el lugar de origen de la historia de la Cenicienta y que, de ahí, pasase al Egipto y sucesivamente a Grecia, Roma y al resto de Europa donde, en Alemania, fue contada incluso por los hermanos Jacobo y Guillermmo Grimm. Se sabe que entre los siglos XVII y XVIII, Charles Perrault y la condesa Mme. De Aulnoy, basados a su vez en las obras del italiano Giovanni Francesco Straparola, recrearon –como ya había hecho este en el siglo XVI– viejos mitos y leyendas tomados del Oriente que los mencionados autores franceses adaptaron a los intereses de la corte de Luis XIV –tarea, por cierto, en la cual Perrault participó de manera activa. Y cabría preguntarse si Perrault, de haber tenido conocimiento de la errónea traducción del francés al inglés del vocablo “vair” por “verre” hubiese o no aceptado el nuevo simbolismo impuesto de manera probablemente involuntaria a esas zapatillas de la joven que, de hecho, constituyen el eje en torno al cual se desarrolla la trama del relato y, finalmente, el desenlace. En lengua francesa, el término vair –derivado del latín varius–, alude tanto a la piel del vero o marta cebellina como a un tipo de esmalte de tonalidad plateada y azul que solía aplicarse para embellecer los escudos heráldicos. Por su parte, el término verre –derivado del latín vitrum– conserva, en su polisemia, el atributo de limpidez y transparencia que lo convierte en uno de los elementos más utilizados en las narraciones de todos los tiempos como emblema de pureza y, sin embargo, también de fragilidad.
Este carácter dual del vidrio respondería a símbolos antiquísimos cuyas raíces se hunden en el viejo Egipto, faraónico e incluso pre-faraónico. Allí, al igual que en otras culturas de esencia solar, la elevada espiritualidad buscada en sus Misterios debía preservarse a toda costa, pues dada la fragilidad de la condición humana, podía correr el riesgo de perderse en un instante de debilidad, de negligencia, de abandono, representado por ese vulnerable “Talón de Aquiles” que, como parte de nuestra anatomía, acompaña cada uno de nuestros pasos.
El arquetipo Cenicienta, al igual que muchos otros cuentos de hadas, tiene una gran istoria. Es así que se encuentran los primeros rastros en los antiguos egipcios (Rhodopis), luego entre los romanos, en el Imperio Chino del siglo 9 (del que queda como legado aún hoy en día el pequeño pie de Cenicienta) y en Persia a fines del siglo 12, en especial en las Siete Bellezas de Nezāmī. Es asombroso que inclusive entre los indígenas de Norteamérica se encuentra el motivo de Cenicienta.
El efecto y el relato de la Cenicienta es bastante complejo en la literatura, especialmente en el romanticismo alemán, inglés, ruso y francés. En el simbolismo de la literatura internacional también se encuentran varios motivos con interesantes combinaciones similares a la Cenicienta europea, sobre todo Puschkin, Novalis, Tieck, Brentano, Eichendorff, E.T.A. Hoffmann, Hans Christian Andersen, Tennyson, Wilde, Mallarmé, Maeterlinck y Hofmannsthal. El tema de la Cenicienta lo tratan explícitamente además Dietrich Grabbe en su Aschenbrödel de 1835 y Robert WalserDie Insel de 1901. El poeta ruso Evgeny L’vovich Shvarts (Евгений Львович Шварц) escribió en los años 20 del siglo 19 un cuento de hadas con el título Aschenbrödel. Los motivos principales de la historia son las palomas, los zapatos y las diferentes variantes del árbol. Las palomas son desde la Antigua Grecia las acompañantes tradicionales de Afrodita.
DOCTORA ANA MARIA VAZQUEZ HOYS
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